Nunca fui fan de los dildos. Consideraba que eran aburridos y que le seguían dando el protagonismo a los falos, en este mundo, que ya es suficientemente falo centrista, no quería la misma historia para mis momentos de auto placer.
Y es que solo el nombre ya me desanimaba: "consoladores", como que ¿por qué necesitamos consuelo?, ¿a quién se le ocurrió llamarlo así?, no es como que estemos afligides o desolades. Las personas con vulva, solo queremos y necesitamos sentir placer. Lastimosamente, el 90% de las personas buscan estos juguetes con esa palabra por lo que no hemos podido eliminarla de la web. Pero su nombre correcto es Dildo.
Hoy después de haber probado muchísimos vibradores de todas las formas y tecnologías, puedo decir que me he reconciliado con los dildos, también tienen su magia. Sus texturas son increíbles y proporcionan sensaciones internas, que los vibradores no pueden, ya que, al tener motores internos, deben ser un poco más rígidos.
Se puede también, jugar manos libres con ellos, si los adhieres a una superficie plana, por ejemplo, en la ducha, donde no tienes que preocuparte por si son waterproof, porque todos los dildos, al no contar con motor, lo son. Y otra cosa que considero súper ganadora, es que uno mism@ puede realizar los movimientos que desee, y controlar el roce, la presión y el movimiento.
Algunos, como los Hitsens (mis favoritos) te permiten jugar con cambios de temperatura, puedes meterlos en la nevera o en agua caliente dependiendo de lo que desees, son espichables y completamente flexibles.
Y ni hablar de lo importante que es cambiar la fuente del estímulo. Estoy totalmente convencida que tod@s debemos tener un amiguito de estos en nuestra colección.
Es volver a tener el control, quitarnos la pereza de movernos y hacernos el amor sin esperar que algo haga el esfuerzo del estímulo por nosotr@s.
¡Así que chiques! ¡A por un dildo!